Lo Mismo...


Recuerdo que de niño, lo acribillé a preguntas a mi viejo un montón de veces. El había nacido en Martínez (Bs As) en 1931, hijo de alemanes, y yo suponía que podía darme respuestas sobre la Alemania nazi. No me inquietaba tanto la brutalidad del nazismo, sino la indiferencia y hasta la adhesión de toda Alemania. Nunca pudo responderme con claridad, con seguridad, con certezas. Al menos sus respuestas nunca resolvieron mis interrogantes.



En 1976 yo tenía 13 años y mi vida transcurría lejos de la ciudad, entre el monte, sin más contacto que mis compañeros de la escuela. Y, salvo unos pocos meses de secundario, el resto de los años siguientes transcurrieron igual, entre el monte y las plantas. Apenas tuve un contacto más fluido con la ciudad, cuando me tocó la colimba. Pero para ese tiempo, entre el 81 y el 81, yo ya era un tipo silencioso, bastante tímido y que solo quería escapar de allí. Los años de dictadura apenas los sospeché por ciertos silencios en la radio, por demasiados uniformes verdes en las calles, por tener que andar siempre con documento para que no te llevaran preso solo por eso.

 

Cuando llegó la democracia yo, como muchos, comenzamos a preguntarnos qué había pasado aquí. Y me volví a preguntar lo mismo que le preguntaba a mi viejo. No traté de entender la brutalidad, sino la indiferencia.

 

Hoy, después de tanto tiempo, el presente de este paisito nuestro me está dando finalmente esas respuestas que buscaba.

La vida la aniquilan los despiadados, ante la indiferencia de los bondadosos. De esos que creen serlo, por más que su silencio sea la más rotunda complicidad.

 

Enrique Pfaab