“El ciclo no funciona, si no es con endeudamiento”


Rodrigo Aguilar, ex concejal de Capital y titular del área de Derechos Humanos de Guaymallén, analiza la política económica del gobierno de Macri. “El plan para conservar el poder político y finalizar la restauración conservadora parece ser: devaluación, apertura y luego endeudamiento. Esta política económica generará un nivel de crecimiento bajo, con alto desempleo y desindustrialización”, dice, en una columna de El Militante y que reproducimos aquí, cuando se trata por estas horas en el Congreso, la forma de pago a los fondos buitre.


En el ya olvidado discurso de asunción de Mauricio Macri, alguien hizo notar un dato semántico que pasó desapercibido, pero que mirado a casi 100 días de su gobierno resulta revelador: en ningún momento menciono la palabra industria. Solo un convencido de la supuesta revolución de la alegría que recorto casi un 40 % el salario de los argentinos, podría atribuir esto a un error o algo sin importancia. En realidad este dato es la punta del ovillo para responder interrogantes sobre la orientación del nuevo gobierno.

 

Para resumir el tema, bastan las palabras de Cristina Kirchner cuando lanzó: “sin industria no hay nación, no hay país ni hay futuro”.  A continuación, en el análisis coyuntural de la situación, intentaremos dejar plasmada la centralidad que en el desarrollo social tiene la industria nacional y el impacto que la nueva dirección está generando.

 

El enfoque económico del macrismo podríamos situarlo dentro del más crudo liberalismo comercial. Definido por los propios funcionarios, estaríamos en presencia de una “macroeconomía neoliberal con país industrial”. Veamos la sustentabilidad de este esquema propuesto, ya que más allá de la publicitada desideologización que baja el gobierno, su política comercial se encuentra cerca del manual de economía neoclásico y toma distancia de un enfoque práctico que pueda aprovechar las cirscunstancias favorables y “esquivar” los problemas que provienen del contexto económico internacional y nacional.

 

En primer lugar, siguiendo a Juan Domingo Perón, hay que tener en cuenta las alianzas comerciales internacionales que se han establecido. Estados Unidos y la Unión Europea llevan la prioridad en este aspecto y no aparecen como muy favorables a la Argentina, que es un país que exporta principalmente sus alimentos a los países asiáticos y sus bienes industriales a los países latinoamericanos. Los países del norte tienen una larga y férrea tradición de subsidiar la agricultura, por tanto difícil será colocar la producción primaria allí. Además, se han dejado ver los diseños de acuerdos comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, y muestran una “apertura importadora” con impacto negativo en el empleo, el producto y las divisas, dado que nuestras industrias no podrían competir con estas potencias industriales.

 

Nuestro principal socio comercial es Brasil y tampoco las perspectivas son alentadoras. El comercio (la suma entre exportaciones e importaciones) entre Argentina y Brasil se redujo un 5,1 por ciento interanual en el febrero de 2016 segundo mes del año y se ubicó en un valor de 1691 millones de dólares. Las ventas argentinas hacia Brasil en febrero bajaron un 24,2 por ciento interanual, con caídas en vehículos de carga, automóviles, autopartes, polímeros plásticos, trigo en grano, naftas, motores para vehículos y celulosa. Por el contrario, luego de 8 meses consecutivos de caída, las importaciones argentinas desde el país vecino mostraron un crecimiento del 4,4 por ciento en febrero, con un total de 1900 millones de dólares. Esta baja, compuesta fundamentalmente por la reducción en las exportaciones hacia el país vecino y amortiguada por el crecimiento en las importaciones, arroja un déficit en el saldo comercial para la Argentina en 457 millones de dólares, cifra que triplica el déficit del mismo período del año anterior.

 

Esta caída de las exportaciones es contraria a la idea que instalo el gobierno sobre que la fuerte devaluación generaría un efecto positivo inmediato en los sectores exportadores. Las ventas a Brasil se mueven al ritmo de la demanda en ese país y no tanto del precio del dólar. Y Brasil atraviesa una coyuntura recesiva donde las ventas caen, por ejemplo el principal mercado para los bienes argentinos, el automotriz, registró una caída del 31,3 por ciento en el patentamiento durante el primer bimestre, 300 mil autos menos que un año atrás.

 

La pregunta que subyace en los principales actores del sector es si el nuevo esquema de protección de sectores es efectivo o conduce a un debilitamiento del sector industrial argentino.

 

El nuevo esquema presenta una inquietante duda que tiene antecedentes históricos. En el pasado, en 1976 y 1978 y luego en 1986 y 1991, se dio un proceso de dos tiempos: primero se aumenta el tipo de cambio, y luego se reducen los aranceles. Posteriormente, la entrada de divisas por endeudamiento externo implica una apreciación del tipo de cambio que, en ambos casos, redundó en fuertes procesos de desindustrialización.

 

La devaluación ya se produjo, el sistema de importaciones también fue modificado; los pedidos de importación acumulados fueron todos autorizados. Esto motivó una suba del alrededor del 50 por ciento en las compras al exterior desde mediados de diciembre.En un contexto interno de deterioro del salario real y de la demanda interna por la aceleración inflacionaria, ese incremento de las compras externas sólo puede explicarse por la mayor apertura comercial luego de la eliminación de controles que aplicó el macrismo.

 

El sistema anterior, las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), regulaban todo el abanico de las importaciones. Ahora fue reemplazado por el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) que cuenta con unas 12 mil posiciones con Licencias Automáticas, que son apenas un trámite burocrático. El resto, unas 1400 posiciones, tienen Licencias No Automática de Importación (LNA). Las LNA fueron utilizadas por el kirchnerismo desde 2008 hasta comienzos de 2012 con resultados positivos para la manufactura local. En los hechos eso funcionó como un elemento de disuasión de la actividad importadora, con lo que sirvió para proteger a la industria local. Lo que temen los empresarios es que en este ejercicio de autorizaciones (ahora en muchos menos bienes que antes) se de una mayor flexibilidad para importar, de acuerdo con el perfil del nuevo gobierno.

 

Estas percepciones se resumen en las palabras del presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, Claudio Drescher, “haber aprobado todas las solicitudes de importación pendientes es una señal contradictoria a las declaraciones de defensa del empleo, a la industria y al mercado interno”. Y advirtió: “si no se sostiene una administración comercial inteligente, no habrá eficiencia local que alcance para competir contra el trabajo esclavo asiático y el perjuicio económico y social para nuestro país será gravísimo”. Debemos agregar que la crisis mundial de consumo y el sobrestock que hay han acrecentado la posibilidad, y el riesgo concreto, de que los saldos exportables, sobre todo de Brasil, invadan la Argentina.

 

Sería importante que el gobierno, y todo el arco político, consideraran una complejidad que presenta hoy el mercado mundial de importaciones e industrialización. Las cadenas de valor global implican altos niveles de importaciones y de exportaciones, dado que incluye las importaciones de productos que luego se reexportan, como es el caso típico de la industria automotriz; estos son límites inherentes a los modelos industriales actuales. En ese sentido, no debería sorprender el dato según el cual 42 por ciento de las importaciones de China se componen de partes industriales para ensamblar y luego exportar hacia el mundo productos terminados. Solo así se hace entendible los altos y crecientes coeficientes de importaciones y de exportaciones del “taller del mundo”, y nos dice mucho sobre la forma de producir en la actualidad, donde la integración “fordista” de punta a punta no parece ser el modelo industrial vigente. De ese modo, la dinámica de interrelación entre los países de una misma región se vehiculiza a través de ese comercio que es principalmente intra-firma y en gran medida de alcance regional. El gobierno kirchnerista llevó la política comercial de protección de sectores con alto empleo hasta los límites autorizados por la OMC. Si ahora no se tiene en cuenta esto, los altos y calificados empleos de los sectores industriales pueden sufrir cimbronazos que repercuten en todo el tejido social.

 

En el tema del empleo y las industrias sustitutivas, la experiencia del gobierno anterior indica una diferenciación necesaria a la hora de pensar y ejecutar medidas de protección industrial. Las ramas industriales que se estimaban con mayor potencial sustitutivo no son las que recibieron medidas proteccionistas prioritarias. Las medidas, por el contrario, se concentraron en las que menor capacidad sustitutiva mostraban. Es muy probable que el proteccionismo tuvo un objetivo más primordial que el de reducir las importaciones: resguardar el empleo en períodos de crisis. Las medidas de licencias no automáticas se tomaron, en una primera instancia, en las ramas de textiles, metalmecánica y calzado, que son muy relevantes en términos de empleo. Así fue como algunas ramas que se beneficiaron de medidas de defensa comercial mejoraron su desempeño y pudieron revertir el coeficiente de importaciones (calzado, productos de vidrio, productos de hierro y acero, productos de caucho). No obstante lo anterior, gran parte de estas ramas no pudieron revertir su mala situación previa y algunas de ellas sufrieron fuertes aumentos en sus coeficientes de importaciones (fabricación de maquinarias, curtidos y cueros, motores, generadores y transformadores eléctricos entre otros).

 

Es decir que si la política económica apunta a desarmar esa política comercial kirchnerista, el efecto será un aumento del desempleo que engorde el “ejercito de reserva”  que resta fuerza a los trabajadores en su pelea por mejorar o mantener su salario. Ya conocemos este círculo: desempleo y menor salario trae también menor consumo y un final recesivo que conocemos.

 

Por sectores y el impacto en el empleo

 

Metalurgico

 

“En los últimos meses y especialmente desde la asunción de Macri se perdieron entre 20 y 30 mil puestos de trabajo en el sector metalúrgico entre despidos y retiros voluntarios impulsados por las empresas. Esto resiente el mercado interno y expande el efecto negativo a toda la economía porque esos trabajadores dejan de consumir”, según afirma Abel Furlán, titular de la UOM Campana y diputado nacional (FpV).

 

El cordón industrial de la zona de Rosario y el norte de la provincia de Buenos Aires registra un deterioro de las condiciones laborales, con despidos, retiros voluntarios y suspensiones, al punto que hace unos 15 días el gobernador de la provincia de Santa Fe dijo ““Por ahora sólo se ven los costos y no los beneficios de las medidas económicas tomadas por el gobierno de Macri”. Hay muchas empresas que se están achicando en la provincia”. Es el caso de la química Ar Zinc, cuya planta de la localidad de Fray Luis Beltrán amenaza con cerrar dejando en la calle a 420 trabajadores; se esperan despidos y suspensiones en las próximas semanas en las automotrices, especialmente en la planta de General Pacheco de Volkswagen, que afectará directamente a sus trabajadores y también a las firmas autopartistas.

 

Los dos gigantes siderúrgicos, Acindar y Siderca, presentan un panorama similar, que se agrava por el método del gobierno de Macri en las obras de infraestructura. En Acindar se aplicó  una suspensión total de la planta por diez días y discontinuó trabajos al interior de la planta, lo que podría repercutir en más de 200 despidos de empleados de empresas contratistas. Una de los problemas de la firma es la disputa política con el Gobierno para participar de la obra del soterramiento del ferrocarril Sarmiento, que el macrismo quiere resolver con importaciones de Brasil. En Siderca, del Grupo Techint, la empresa despidió a unos 303 trabajadores de firmas contratistas (220 de la empresa Comau y 83 de Loginter), en total Siderca emplea a más de 5 mil personas entre planta permanente y tercerizados. La empresa redujo la producción a causa de la crisis global de la industria petrolera, pero parece ser una señal al Gobierno porque perdería el negocio de miles de toneladas de tubos sin costura para la construcción del gasoducto de Córdoba, cuyo Gobierno, con el visto bueno de Nación, pretende importar de China.

 

Dos fenómenos atentan contra la industria nacional, las importaciones y la caída del consumo interno. Empresas de línea blanca como Bambi, en donde no renovaron contratos de temporada a 55 trabajadores, mientras que en Electrolux la empresa llegó por ahora a un acuerdo con el gremio para reubicar trabajadores de una línea de montaje que cerró, junto a unos cuantos retiros voluntarios. En la localidad de Firmat, la empresa Meyde, dedicada a la fabricación de accesorios para cosechadoras, anunció su cierre que afecta a 20 trabajadores, mientras que también cerró el frigorífico Frideco y la curtiembre Sadesa. Y desde hace meses la empresa Vasalli está en una situación incierta.

 

Textil

 

En este rubro impacta la febril actividad de los importadores. Los pedidos de las marcas a la manufactura local bajaron considerablemente porque esperan que las importaciones ingresen con fluidez. Kevingston, Legacy, La Martina, Levi’s, Cheeky, Bensimon, Zara, Carrefour, Falabella y Cencosud son algunas de las empresas que redujeron los pedidos a la industria local para la producción de la temporada de invierno 2017. Entre el 11 de diciembre de 2015 y el 5 de enero pasado, la Argentina importó un 66,7% más que en igual período de fines de 2014 y principios de 2015. Con ese empuje, las compras externas de indumentaria ascendieron, en el acumulado de diciembre pasado, a USD 32,3 millones y así el sector obtuvo el mayor registro de su historia en ese mes. Para comparar, el diciembre previo con más importaciones había sido el del 2011, con USD 27,5 millones.

 

Entre los rubros afectados por los ingresos de mercaderías del exterior, se destaca ampliamente el de la ropa interior. Los aumentos de las importaciones en este sector de la cadena textil fueron de hasta 58 veces en relación al mismo lapso del año anterior. El presidente de la Cámara de Fabricantes de Medias y Afines, Damián Regalini, señaló que el rubro exporta y es superavitario en la balanza comercial y tiene plena capacidad para abastecer el mercado interno. “Las empresas de nuestro sector -afirmó Regalini- realizaron grandes inversiones en los últimos diez años y tenemos capacidad productiva de última tecnología y reconocida calidad de diseño a nivel mundial, pero no vamos a poder competir contra salarios de 37 dólares por mes, como en Bangladesh”.

 

Las expectativas desempeñan un factor trascendente en los mercados, un estudio en empresarios textiles  demuestra que el 45 % de los consultados estiman que caerá la actividad en el primer trimestre, mientras que el 50 % estiman que se mantendrá y solo el 6 % creen que mejorará. En cuanto a las inversiones, el 67 % no tiene contemplado realizarlas.

 

Este panorama que se presenta no ha tenido en cuenta el impacto en los costos que tendrá la quita de subsidios en las tarifas eléctricas que golpeara más la capacidad de consumo interno de los trabajadores a la vez que los costos empresariales subirán considerablemente. Un ejemplo de esta situación sucede en el sector de fundiciones del cordón industrial rosarino. Las empresas venían mal, por ahora no hay despidos, pero sí varios intentos de aplicar suspensiones por parte de las empresas Arrom y Fundiciones Martínez, una firma de 100 trabajadores en Granadero Baigorria, desde donde se quejaron que la factura de luz les subió de 150 a 600 mil pesos. Las grandes empresas también se quejan por la quita de subsidios. Acindar, por ejemplo, consume una cantidad de energía eléctrica similar a la ciudad de Rosario y en el caso del gas, iguala el consumo de la ciudad de Paraná.

 

Cambiemos

 

El deterioro de la rentabilidad de las firmas en los últimos años, el desplome del mercado brasileño, el tarifazo eléctrico y la apertura de importaciones, en un contexto de caída del consumo y en términos políticos más favorable para que el empresario haga su propio ajuste, son algunas de las causas que explican esta compleja situación de deterioro de la actividad industrial nacional.

 

Pero volvamos a la filosofía de la política económica hacia donde pretende ir el macrismo. El plan para conservar el poder político y finalizar la restauración conservadora parece ser: devaluación, apertura y luego endeudamiento. Esta política económica generará un nivel de crecimiento bajo, con alto desempleo y desindustrialización, mientras que la puesta en marcha de un tercer ciclo de endeudamiento permitirá el ingreso de divisas que reducirá el tipo de cambio y logre una mejora de los salarios en dólares –necesario para lograr una reelección–.

 

Sin embargo, este esquema –similar al de la “plata dulce” y del “1 a 1”– puede verse impedido por los factores externos que no son favorables a una entrada de dólares a nuestro país, sino más bien lo contrario. Hasta ahora el ciclo económico mundial parece dirigirse a que los países centrales “aspiren” dólares, la elevación de las tasas de interés en dichos países así lo impulsa. El flujo de inversiones (financieras y reales) no parece dirigirse hacia los países emergentes, el estancamiento de Brasil, Rusia y la desaceleración de China son manifestaciones de ello.

 

Por tanto, al cierre de esta nota, no parece raro que el Jefe de Gabinete de Macri haya sostenido que “no hay plan B” frente a la discusión en el Congreso Nacional para derogar las leyes que permitan el acuerdo con los fondos de inversión llamados “buitres” a costos carísimos; ya sí endeudar al país en más de 5 mil millones de dólares a los fines de solventar el déficit corriente. Pero, como advirtiera el economista Aldo Ferrer “la restricción de divisas no se soluciona con deuda”.

 

Entonces, el problema de la restricción de divisas actual que se verá agravado por la dinamica de caída de exportaciones y aumento de las importaciones que señalamos arriba, puede conducir a fortalecer la idea de que un  ajuste fuerte al mercado interno que baje importaciones puede ser la salida. La última experiencia en este sentido puede ser la de Cavallo en 2001 que desemboco en el 19 y 20 de diciembre.

 

La profundidad política de este antecedente debiera interesar al actual gobierno para  deje de lado las perspectivas ideológicas neoclásicas de apertura y liberalización, y entienda que la sustitución de importaciones es una solución pragmática en estos tiempos de crisis. La restricción externa y el hasta ahora escaso acceso al financiamiento internacional podrían volverse un problema estructural de estos años de no mejorar la situación internacional.

 

La economía la hacen los hombres y las mujeres de una nación, mejor dicho, los grupos de hombres y mujeres de una nación. Son los intereses de algunos grupos (los menos) que forman el poder economico concentrado; los que estan siendo privilegiados en el corto plazo por el gobierno. Las mayorías más tarde o más temprano reaccionaran en una confrontación de clase. Todo esto muy lejos de una perspectiva estratégica de Nación con posibilidades de desarrollo económico y social.

 

Rodrigo Aguilar - sociólogo