Por Pablo Ayala / Especial para El Mordisco

Alikal


“… dije que seguramente nadie me conocía y que yo era, sino el único pobre, el más pobre del Secretariado…”




Bajé de la combi en Once, el hígado me estaba matando. Hice arcadas buscando el alivio del vómito. Transpiraba frío.

 

Entré al PJ y, como siempre, nadie me cree que soy del Secretariado. Me escrutan con la mirada, me buscan en una planilla. Ahí estoy. Paso.

 

Adentro Fellner lee el orden del día, las internas: cierre de afiliaciones el 4 de Marzo, elecciones el 8 de Mayo.

 

Habla Manzur de la discriminación que hace el macrismo en la coparticipación y Parrilli pide más tiempo para afiliar, Ishii pide que vuelvan los que se fueron y despotrica contra Cristina. Caló hace una tibia defensa de su posicion ante los despidos y Pichetto dice que hace dos meses que gobierna Macri y que le demos tiempo. Cuando se da cuenta que queda muy chupamedias PRO, se ataja y dice: “Ojo que yo no lo estoy defendiendo”.

 

La lúcida Haydee Giri, compañera de Córdoba, cuenta en primera persona la traición de De la Sota que colaboró para el triunfo del gorilaje y dice acertadamente que con esos tipos no podemos abrazarnos.

 

Rossi pide que el partido se solidarice con los despedidos con los reprimidos y con Milagro Sala, y Capitanich dice que el peronismo tiene que ser oposición y no una comparsa neoliberal.

 

Parrilli interviene una vez más y recuerda que en 2002 muchos de los que estaban ahí no podían tomar un café en un bar sin ser repudiados por la gente.

 

El Chino Navarro dice que hay que escuchar a los pobres y critica por elevación a Cristina diciendo que “algunos no pusieron lo que había que poner en la elección”.

 

Y, entonces, pedí la palabra yo.

 

Fellner, Rojkes y Wado dudaron y me pasaron el micrófono.

 

Dije que seguramente nadie me conocía y que yo era sino el único pobre, el más pobre del Secretariado.

 

Que Cristina me empoderó y que siendo un trabajador humilde de los suburbios tengo el orgullo de ser parte del partido de Perón que siempre fue la trinchera de los ofendidos y humillados de la Patria pero que, en los 90, solo había albergado empresarios que pusieron al partido a favor de las corporaciones y del FMI.

 

Que cuando yo era pibe no conocía jóvenes que militaran y mucho menos en el peronismo.

 

Que hoy la militancia explotaba de jóvenes y que el peronismo es un árbol cortado a hachazos criminales que vuelve a nacer de las raíces.

 

Que tenemos, como peronistas, una responsabilidad ante la historia.

 

Que podemos perder elecciones pero no la batalla ideológica.

 

Que los que se fueron lo hicieron a sueldo de la embajada de EEUU para debilitar el movimiento nacional y llevados por intereses personales por sobre los del movimiento y de la patria.

 

Que no es con los traidores que hay que dialogar sino con nuestro pueblo. Ante los pedidos de “autocrítica” dije que seguramente hemos hecho algo mal pero si la embajada yanqui y todas las corporaciones que hoy tienen sus CEOs gobernando nos tiraron los tanques encima fue por lo que hicimos bien.

 

Que Néstor y Cristina sacaron al peronismo de la vergüenza de los 90 y se lo devolvieron a sus legítimos dueños: los trabajadores y los humildes.

 

Y que Perón vive.

 

Con mi intervención se cerró la lista, fui el último orador.

 

Cuando terminé de hablar yo estaba en trance, mi hígado y estomago estaban por estallar y casi todo el mundo se largo a aplaudir.

 

Me abrazaron Anibal, Filmus, Capitanich, Wado, Juan Cabandie, Dominguez, Vero Magario, Guillermo Moreno, Perotti, Parrilli y muchos compañeros mas mientras entonábamos la marcha peronista y yo pensaba desesperadamente en salir y buscar una farmacia.

 

Ahora escribo esto en un bar mientras tomo un Alikal y un Sertal y espero aliviarme para tomarme el 88 y volver a casa, con mis perros.

 

En que pienso? Pienso en la nona que en su casa me hice peronista. Pienso en mamá que ella siempre cree que soy más de lo que soy. Pienso en Andre que me banca siempre siempre. Pienso en el Yanqui, en Morata, Ernesto, Álvarez y Traki que ellos confían en mi más de lo que yo mismo confío. Pienso en Dany Zarate porque traje una foto de él en la mochila para que me de suerte. Pienso en Néstor y Cristina.

 

Pienso que vamos a volver.

Pablo Ayala


Por Pablo Ayala / Especial para El Mordisco

Una foto


Escribe Pablo Ayala, fundador de Putos Peronistas. El viaje de Cristina a Isla Maciel, le hizo recordar algo de la historia del Padre Paco, de la parroquia de allí. Imperdible.




El que está de blanco, a la izquierda, es el Padre Paco de la Parroquia de la Isla Maciel.

 

Español de nacimiento, se nacionalizó argentino. Argentino y peronista.

 

Una vez se le paró al facho de Chiche Gelblung,  porque en uno de sus programas de porquería había estigmatizo a los habitantes de la Isla. Armó una marcha con los vecinos desde Maciel, al INADI. “No hay peor delito que dejarse basurear”, dijo.

 

Aparece en la película "Putos Peronistas, cumbia del sentimiento", dando testimonio en la escena del funeral de Néstor.

 

Siempre pensé qué opinaba un cura de aparecer en una película llamada 'Putos Peronistas'. Con el tiempo me enteré que vio la película y mandó a pedir copias para proyectarla en la Isla Maciel.

 

Después marchó con la columna de PP en la Marcha del Orgullo 2014.

 

El 17 de Noviembre de ese año hicimos un recordatorio del regreso del General Perón junto a Putos Peronistas, la JP Identidad y JP Uturuncos, junto al Padre Paco con empanadas y vino en la Biblioteca La Memoria de nuestro pueblo, en Constitución. Hablé yo y mi hermano, el Yanqui López.

 

De PP había un nutrido grupo y además de Diana, su conducción, estaba el querido Dany Zárate que el año pasado se nos fue arrojándose a las vías del tren.

 

Yo recordé que en el avión de Perón venían los padres Mujica, Vernazza y Marilina Ross, que acabaría casándose con otra mujer. Y que por eso celebraba la conjunción de los militantes jóvenes de hoy con los Putos Peronistas y un cura de opción por los pobres.

 

Al terminar la charla el Padre se paró y, alzando la copa, comenzó a cantar la marcha peronista.

 

Con curas así, yo peleo cualquier batalla.

 

Ese es el Cristo en el que creo, el que mete las patas en el barro de la Isla Maciel y canta la marcha en la niebla del riachuelo.

 

Hoy Cristina visitó su parroquia.

 

Ya saben por qué.

 

Pablo Ayala