Hernán Brienza / Para "El Mordisco"

Macri-Gate


“El Panamá-Gate pone en crisis política al macrismo porque deja expuesta a su clientela política. ¿cómo es esto? Sencillo. Desde diciembre que el Macrismo inventó el relato de la corrupción Kirchnerista como justificador de sus pésimas medidas de ajuste, empobrecimiento, devaluación y parate económico”.


Cómo ustedes saben, soy politólogo, por lo tanto no hablo de moral en política y para mí la corrupción es una cuestión meramente policial, excepto que afecte al funcionamiento de la política. El problema en la Argentina es que la corrupción está adosada a la forma de financiamiento de la política, entre otras cosas porque para ganar una elección tenés que "pasar" por los medios de comunicación, o sea, "garpar" espacios mediáticos para que la gente te conozca... Mientras una entrevista en un programa te salga 200 lucas no hay sueldo de político honesto que aguante... La cuestión del Macri-Gate sorpende sólo a los votantes del macrismo de buena voluntad y mucha ingenuidad política... Pero deja en off-side a los votantes rabiosos, fanáticos e hipócritas del macrismo.

 

El votante Kirchnerista no sufre demasiado con la variable "corrupción"... No es que justifique la corrupción o sea corrupto en sí mismo... es que puede banalizarla (en términos de Hannah Arendt respecto de la "banalidad del mal") en función del modelo político y sus políticas que beneficiaron a las mayorías políticas y al Estado... El votante Kirchnerista no sufre tanto por Jaime como por las estadísticas falsas de la UCA, por ejemplo... Está dispuesto a sortear la urticaria progresista clasemediera que despierta un Jaime o un Báez, por muy desagradable que sea el video en La Rosadita, con tal de que la pobreza, la miseria, el desendeudamiento, el crecimiento del mercado interno se mantenga constante.

 

El Panamá-Gate pone en crisis política al macrismo porque deja expuesta a su clientela política. ¿cómo es esto? Sencillo. Desde diciembre que el Macrismo inventó el relato de la corrupción Kirchnerista como justificador de sus pésimas medidas de ajuste, empobrecimiento, devaluación y parate económico. Se presentó a sí mismo como lo "nuevo", como lo que venía a hacer "política sana" porque el presidente "no venía a robar porque ya tenía plata". Un absurdo lógico a toda vista. Mauricio era honesto, los Kirchneristas eran todos corruptos, choriplaneros, ñoquis, etcétera... Ese relato acaba de caerse... Resulta que Macri, al que se le sospechaba negocios turbios con su hermano del alma Caputo, el que estaba multiprocesado, el que pagaba cuantiosas sumas a periodistas para su campaña con millonarios retornos, ahora es un evasor fiscal internacional con cuentas en paraísos fiscales...

 

¿Se acuerdan de las cuentas inventadas por los Lanata boys de Máximo y Nilda Garré? Bueno, parece que a esos chicos se les escaparon las cuentitas de Macri. Una simple coincidencia. Las tuvieron que desnudar los periodistas alemanes... Claro... Uno podría decir... ¿es fiable una investigación en la que sólo son evasores y lavadores un par de presidentes tercermundistas, algunos funcionarios de segundo orden del Primer Mundo y estrellas del deporte y del Espectáculo y ningún político norteamericano? Parece raro, es verdad. Pero más allá de quién hizo la operación periodística judicial, lo sustantivo es que Macri fue herido profundamente en términos políticos.

 

Explico por qué: Todo su andamiaje justificatorio se le vino abajo. Los periodistas macristas podrán decir... "que no es tan ilegal... que fue hace muchos años... que ahora saltan los periodistas K"... Pero lo que nunca van a poder borrar es que Macri, a través de esas cuentas operó dinero a espaldas del Estado argentino. Entonces... ¿puede no ser corrupto como presidente un empresario privado que engañó al Estado que ahora conduce? No resiste lógica...

 

El relato macrista está herido de muerte... Macri es "tan corrupto" como los Kirchneristas, entiéndase esto en términos simbólicos, no importa la verdad. Cualquier macrista hoy... sea periodista, verdulero, político, ciudadano común... no tiene otro remedio que llamarse a silencio. Cada vez que un macrista intente hablar de la corrupción kirchnerista, cualquier persona del del mundo va a poder contestarle con un "Macri, devolvé la bolsa"... Esto es brutal para el relato de "decencia" que el propio Macri había armado desde el principio... Hoy los macristas deben rehacer su discurso... poner cara de "perro que se lo están haciendo" cuando se hable de corrupción... Excepto que no quiera quedar como un ridículo. O, como decimos en el café, como un boludo.

 

Hoy, después del Panama-Pa(m)pers, los macristas que hablen en contra de la corrupción kirchnerista corren el riesgo de quedar como unos hipócritas o como unos "boludos" en cualquier mesa de café... Eso para cualquier argentino es un pecado imperdonable para sí mismo... Nadie quiere estar en el lugar del "boludo".

 

Una última cuestión: el Kirchnerista podía banalizar la corrupción en función de un gobierno defendible desde distintos puntos de vista. El macrista, en cambio, no puede. No tiene ejemplos de políticas públicas defendibles... Tenía, sí, el relato de la corrupción kirchnerista como justificador de los planes de ajuste... Ya no tiene ni esa justificación: su presidente está acusado de evasión. Y para peor... hay cien mil desocupados más en la Argentina... los trabajadores y la clase media perdieron el 50 por ciento de su salario... el Estado está a punto de endeudarse por miles de millones de dólares... y la pobreza aumentó varios puntos en sólo tres meses de gobierno...

 

Y ni siquiera son honestos y decentes...

 

Hernán Brienza

(Especial, para El Mordisco)


Hernán Brienza / Para "El Mordisco"

Tiempos de Forja...


“Estamos en el umbral de un nuevo estadío de hegemonía neoliberal... Puede durar cuatro años, ocho, o doce. Los resultados serán similares, tarde o temprano, a los del 2001. Mantener esperanzas a corto plazo nos sume en una desilusión devastadora... Tampoco se trata de sumergirnos en una depresión a priori... sino simplemente de medir los tiempos”.


Ya sabemos que estamos hasta una restauración de la hegemonía de Estados Unidos en la región, también sabemos que el gobierno de Macri no es sólo un gobierno neoliberal sino de reacción y restauración de los sectores dominantes en la Argentina con domesticación y disciplinamiento de los sectores del trabajo en los ámbitos no sólo económicos sino también políticos, laborales y culturales. Sabemos también que hay un proceso de ablación de la interpretación Kirchnerista del Peronismo y por lo tanto de extirpación de los doce años pasados de la memoria colectiva -es decir de deslegitimación y desautorización de todo lo que huela a Kirchnerismo-. Ya intuimos el nivel de transferencia de dinero de los sectores más postergados de la sociedad a los sectores privilegiados, del vaciamiento del Estado, y del ajuste, es decir, que los sectores del trabajo se empobrecen vía suba de precios y el Estado recauda sobre la base de despidos y disminución de inversión social.

 

 

Lo que nos deja el día de ayer es la certeza de que el gobierno de Mauricio Macri ha ganado una partida importante. No la ha ganado en la Cámara de Diputados sino en las calles. Las mayorías no se han sentido interpeladas por el riesgo de un millonario endeudamiento. No tomaron conciencia, no les importó, no formó parte de su agenda de urgencias. Por una razón o por la otra, las calles no se llenaron de las futuras víctimas del endeudamiento: los sectores bajos y medios de la sociedad. En algún punto, la movilización de ayer se pareció a la que se realizó cuando se privatizó Entel... éramos cuatro o cinco... Es decir, el neoliberalismo ha logrado opacar los niveles de concientización de los propios perjudicados por las medidas que lleva a la práctica. 

 

No se trata de hacer vanguardismo al pedo, sino de tomar conciencia real del Estado de situación: Estamos en el umbral de un nuevo estadío de hegemonía neoliberal... Puede durar cuatro años, ocho, o doce. Los resultados serán similares, tarde o temprano, a los del 2001. Mantener esperanzas a corto plazo nos sume en una desilusión devastadora... Tampoco se trata de sumergirnos en una depresión a priori... sino simplemente de medir los tiempos.

 

No tengo muy claro qué hacer. 

 

Estoy convencido de que no hay que justificar ninguna política de facto porque eso justifica la violencia institucional del Estado. Y, cómo se sabe, las víctimas de esa violencia siempre son los pobres. 

 

Posiblemente, estos sean tiempos de forja, es decir, de forjar nuestras conciencias, nuestras capacidades, nuestros cuadros, nuestras militancias, tiempos de entrenamiento, de análisis lúcido, de estudiar cómo actúa el poder, como contrarrestarlo, como minimizarlo, de conspirar contra los medios de comunicación, de sumar voluntades, de hacer política por los medios que sea.

 

Por último, creo que hay que evitar el derrotismo desmovilizador... Hay que cuidarse, es cierto, pero no abandonar la pelea. Como decía el gran Fermín Chávez, "hay que mirar la actualidad con perspectiva histórica, esta no es la primera ni será la última derrota del movimiento nacional y popular. La pelea tiene doscientos años y durará cientos de años más". Así que, muchachos y muchachas, a pensarla, a pelearla, a mirar para adelante... A no enfundar la mandolina que la serenata es larga...

 

Y me fui...

Hernán Brienza

Periodista Depuesto.

(Especial, para El Mordisco)


Hernán Brienza / Para "El Mordisco"

No te dejés embalurdar


“(…) Cuando nos dicen: "Che, déjenlo gobernar a Macri", muchos de nosotros pensamos para nuestros adentros: "Lo dejamos gobernar, el problema es que ya sabemos lo que va a hacer, porque el liberalismo lejos de ser pragmático es dogmático y hacer siempre lo mismo... Y ahora, también va a hacer algo parecido a lo que siempre hizo" (…)”


Esta semana puede ser definitoria para tu futuro, para el de tus viejos, para el de tus hijos, tus amigos, tus vecinos, que son eso que llamamos...

Esta semana, este gobierno, que no me simpatiza para nada como ya sabés, está a punto de endeudarnos a millones de argentinos por muchísimos años más...

No te dejes engañar... el apellido Macri ya está asociado a la idea de cargarle a los argentinos sus pérdidas privadas... ya lo hizo durante la nacionalización de la deuda externa en 1982, firmada por Domingo Cavallo...

 

Pero no se trata sólo de una cuestión de apellidos... se trata de una cuestión de ideas... de pensar que las cuentas del Estado pueden salvarse tomando deuda externa... que no importa atar al Estado a compromisos internacionales con tal tener una salida política y empresarial inmediata...

 

Esas ideas son las que profesa el liberalismo conservador en la Argentina... Porque en nuestra historia, los que siempre nos endeudaron fueron los liberales conservadores... Por eso muchas veces cuando nos dicen: "Che, déjenlo gobernar a Macri", muchos de nosotros pensamos para nuestros adentros: "Lo dejamos gobernar, el problema es que ya sabemos lo que va a hacer, porque el liberalismo lejos de ser pragmático es dogmático y hace siempre lo mismo... Y ahora, también va a hacer algo parecido a lo que siempre hizo"... Vos pensás que los ideológicos somos nosotros, los nacionalistas, pero ellos también son ideológicos y fanáticos...

 

Fijate quiénes tomaron deuda externa millonaria... Bernardino Rivadavia, Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Juárez Celman, las dictaduras de la Libertadora y el Proceso de Reorganización Nacional, Carlos Menem, Fernando de la Rúa... No te pido que me creas... te pido que lo investigues por tu cuenta... Te hablan de liberalismo, de mercado, pero te empoman con deuda externa...

 

Y por qué es necesario no ser un país endeudado... Sencillo, por la misma razón que a vos en la vida personal estar endeudado te impide darle lo mejor a tus hijos y a tu familia... Es fácil, no te dejés embalurdar... EL gobierno de Macri quiere saldar la deuda con los fondos buitres a cualquier costo para vos para realizar la siguiente operación... No importa que lo argentinos paguemos 15 mil millones de dólares más a los buitres, no importa que los bonistas que entraron en la reestructuración tengan derecho a exigir 500 mil millones de dólares más... No importa porque el gobierno de Macri no va a estar cuando haya que pagar esos millones y millones de dólares... que aunque no lo creas los vas a pagar vos, tus hijos, tus nietos... A Macri lo único que le importa es tener dólares frescos ahora para poder comprarte con cuotas para electrodomésticos y esas cosas, como ocurrió en los noventa... Vos vas a sentir un alivio en los próximos meses, si entran miles de millones de dólares, pero vas a vivir en el mismo país infernal del 2001 a la corta o a la larga...

 

Pensalo, nada más... No te dejés embalurdar con palabras difíciles... El martes nos jugamos un partido importante... de esos que vale la pena jugarlos... porque si perdemos perdemos mucho... Recordá, anotá bien quienes votaron qué... quiénes dieron quórum... dentro de unos años, si se le dejan las manos libres a Macri, va ser bueno que sepas quiénes fueron los hijos de puta que te cagaron la vida... 

 

La deuda externa es el gran hecho de corrupción de la historia argentina... 

Te mando un abrazo.

 

Hernán Brienza

(Especial para "El Mordisco")

elmordisco2019@gmail.com


Hernán Brienza / Para "El Mordisco"

El kirchnerismo como hecho maldito del país neoliberal


“El kirchnerismo no pudo quebrar la hegemonía del neoliberalismo en la Argentina instalado fuertemente en la década del noventa, pero sí poner en discusión las formas de intervención del Estado, la redistribución del ingreso, los roles en la toma de grandes decisiones en materia política y económica”.


En estos poco menos de tres meses, los poderes históricamente establecidos en la Argentina –los grupos económicos, los principales medios de comunicación, dirigentes políticos- han celebrado la decisión del macrismo de llevar adelante un segundo proceso de reorganización nacional. Más allá de las obvias diferencias con las etapas de 1852-1862 y 1976-1983, los anteriores procesos tenían una característica particular semejante con el de hoy: deseaban estructurar un país determinado, erradicando aquel elemento disfuncional respecto de los intereses de los grupos victoriosos en materia político-militar. El rosismo fue el hecho maldito del país agro-exportador, el peronismo fue el hecho maldito del país burgués –como diría John William Cooke-  el kirchnerismo, ahora, es el hecho maldito del país neoliberal.

 

Qué quiere significar ser un “hecho maldito”. Significa, obviamente, ser lo maldecido; pero también significa ser aquello que si bien no puede quebrar la hegemonía del país en el cual está inserto y lo combate, irrumpe modificando lógicas y matrices de relaciones de producción económicas, políticas y culturales al interior de esos esquemas.

 

Vayamos por partes.

El rosismo, contrariamente a lo que muchos creen, no fue contradictorio con el modelo de acumulación del modelo agro-exportador  inmediatamente posterior a su caída. En muchas cuestiones, incluso, fue su precursor. Sin embargo, las formas en que Juan Manuel de Rosa articulaba las representaciones políticas y sociales, las alianzas con los sectores populares, con las provincias –más allá de su centralismo porteño- su americanismo, el desafío a las potencias extranjeras como Gran Bretaña, Francia y Brasil, las maneras en que dialogaba imperativamente con los sectores “decentes” de la sociedad del siglo XIX, lo convertían en la dislocación del orden dominante liberal conservador emplazado por los unitarios. El federalismo rosista debía desaparecer de la historia. Y a eso se dedicaron, después de Caseros, los vencedores de esa batalla. Al proceso que llevaron adelante, primero el ambivalente Justo José de Urquiza y luego el inefable Bartolomé Mitre, se lo conoció, no sin cierta presunción desmesurada, como la Organización Nacional.

 

Con el peronismo intentaron hacer lo mismo, primero la Revolución Libertadora y luego la Dictadura Militar iniciada en 1976. Borrar del mapa aquello que hacía inmanejable el camino de la industrialización en la Argentina. Inmanejable, por la sencilla razón que el poder otorgado a los sectores del trabajo plebeyizaba las formas de producción del capitalismo industrial. Reorganizar el país, para los jerarcas de la dictadura no era otra cosa que llevar al país a un estadío anterior al de la emergencia y aparición del Peronismo. El peronismo, como el rosismo, no rompe la lógica del juego, pero las trastoca, las interviene, la redistribuye, las subleva y las pone en riesgo para los sectores dominantes tradicionales. 

 

Lo mismo ocurrió con el kirchnerismo entre el 2008 y el 2015. No pudo quebrar la hegemonía del neoliberalismo en la Argentina instalado fuertemente en la década del noventa, pero sí poner en discusión las formas de intervención del Estado, la redistribución del ingreso, los roles en la toma de grandes decisiones en materia política y económica. Incluso con los cambios de “amigos” puso en cuestionamiento al “capitalismo de amigos” existente en el país aún hoy. El macrismo, como el propio Marcos Peña lo dijo, es un nuevo proceso de Organización Nacional. La frase está perfectamente utilizada por el Jefe de Gabinete, porque no dialoga sólo con la dictadura militar, en términos de dictadura o tiranía, sino fundamentalmente en la reconstrucción de los poderes reales en el mapa de dominio histórico. 

 

Es por esa razón que Cristina Fernández de Kirchner debe ser deslegitimada en Tribunales, por la misma razón que se invita a cierto sector del Justicialismo a abjurar de su pasado reciente convidándolo a retomar a la racionalidad pragmática –Sergio Massa, por ejemplo, como principal “Opositor de Su Majestad”-, o a los dirigentes sindicales a que entren en “razones” en las paritarias. Por esa misma razón se convida a los periodistas del “Régimen Depuesto” a “arrepentirse,  a que no pierdan, a indefinirse, y a tanta mierda”. Porque el kirchnerismo, como hecho maldito del país neoliberal es que tienen que desparecer los comunicadores que desafiaron a los poderes reales. En la Argentina de hoy hay espacio para todos aquellos que hagan un Auto de Fe, y como en la Inquisición renuncien a la patología contraída durante la peste kirchnerista.

 

Un último párrafo merece la comunicación. Hoy, los periodistas militantes, ultrarecontrak´s, oficialistas, están casi todos sin trabajo. Hoy los periodistas opositores al kirchnerismo se compran departamentos en Miami por millones de dólares y/o reciben millonarias pautas publicitarias para hacer propaganda macrista. Pero eso no es visualizado por la sociedad: lo maldito es desafiar lo establecido. 

 

El cierre de Tiempo Argentino es, sin dudas, parte de este proceso, más allá de las barrabasadas, las miserias, y los defalcos de los propios sectores políticos y empresariales del propio espacio kirchnerista. Tiempo Argentino tiene que desaparecer: fue el único diario que investigó de qué manera Héctor Magnetto y el Grupo Clarín se apropiaron de Papel Prensa. Los demás, todos los demás, miraron para otro lado. Tiempo Argentino tiene que desaparecer: fue el hecho maldito de la Argentina que, como dijo alguna vez Elisa Carrió, son Clarín y La Nación. 

Hernán Brienza

(Esta columna fue publicada también en Tiempo Argentino)

elmordisco2019@gmail.com


Hernán Brienza / Para "El Mordisco"

El peronismo, un arma cargada de futuro.


Después de la caída electoral del Frente para la Victoria, que incluye, obviamente al peronismo pero lo excede, derrota mínima en términos numéricos pero contundente en el plano territorial –Nación, provincia de Córdoba pero fundamentalmente, Buenos Aires– urge la necesidad de volver a pensar, a reelaborar tácticas y estrategias en función de la identidad, los deseos (imaginarios o no), las posibilidades y el futuro de lo que genéricamente se conoce como el Movimiento Nacional, Popular y Democrático (MNPyD), y que siempre encuentra diferentes estaciones para accionar sobre el presente de la Nación y el Estado.

 

Si uno debiera analizar el estado actual de la fuerza del movimiento habría que pensar en un cuáles son los distintos "batallones" que hoy intervienen en la formación de ese amplio espectro. No muy amigo de la categorización de derecha e izquierda hacia el interior del MNPyD, me gustaría retomar los conceptos utilizados por Juan Domingo Perón en 1973, respecto de la "causa del Pueblo" –con la dificultad teórica que este término significa– y "la Reacción". La primera significa la defensa de los intereses de las mayorías, de los sectores más postergados, de los sectores productivos, los empresarios con conciencia nacional, los trabajadores. La segunda, responde a los intereses de la concentración del capital, de la enajenación de los instrumentos económicos, a políticas geoestratégicas diseñadas en agencias internacionales, a procesos de limitación de derechos y endurecimiento de las prácticas represivas del Estado. 

 

En estos términos, podría decirse que por fuera del espacio, el liderazgo del Frente Renovador está situado, por su agenda política, económica y social, al calor de los sectores de la Reacción que hoy gobiernan la Argentina. El acompañamiento de Sergio Massa al presidente Mauricio Macri a la Cumbre de Davos demuestra que el fugaz ex jefe de Gabinete del gobierno Kirchnerista ya se alistó raudamente para convertirse en el sucesor supuestamente "justicialista” del ya cansado y agotado Macri, quien ya dio síntomas de que al 2019 llegará exhausto. Massa ya hizo todos los deberes para convertirse en el futuro Macri del "peronismo". La pata justicialista el Massismo la aporta José Manuel de la Sota de innegable trayectoria dentro del espacio, pero en una versión extremadamente conservadora y represiva pero con importante apoyo de las mayorías cordobesas.

 

Diferente es el rol que juegan hoy algunos gobernadores como Juan Manuel Urtubey, por ejemplo, con proyecto propio, conservador, muy conservador, es cierto, pero dentro del esquema del MNPyD, y que intenta arremolinar en su provecho las ganancias del río revuelto que generó la derrota del año pasado. Un hombre joven, de solidez política y económica, pero muy atado a las formas culturales del tradicionalismo salteño, ataduras que, claro, lo convirtieron en la figura más importante hoy del Noroeste argentino.

 

Ligados a la ortodoxia peronista del equilibrio entre el pragmatismo y la doctrina, gobernadores como José Luis Gioja y Gildo Insfrán tienen la ardua tarea de manejar el péndulo que va desde las necesidades de la gestión que impone un dialogo con el Poder Ejecutivo Nacional y el posicionamiento ideológico propio. Los territorios requieren de un equilibrio que debe ser manejado con sabiduría entre la realidad local y el posicionamiento nacional. Quien tuvo una voz particular fue Jorge Capitanich, quien bregó hace unas semanas por un posicionamiento estratégico del Peronismo en lógica moderna, nacional, popular y de centro izquierda. También aportó su mirada personal Daniel Scioli, posible candidato de consenso hacia el interior del justicialismo, quien ha llevado adelante en los últimos tiempos un interesante posicionamiento ideológico cuestionando, con su mesura habitual, los desaguisados que hace el gobierno nacional en materia económica y social, que generan un costo altísimo para las mayorías y para el Estado.

 

Embretados entre los intereses de las organizaciones sindicales –los recursos–, la presión de las bases en las que crecen día a día la representatividad de las comisiones internas ligadas a las experiencias de la izquierda trotskista y las necesidades reales de los trabajadores que ya en marzo verán reducido su poder adquisitivo en más de un 40% y recalentarán las negociaciones paritarias, los dirigentes gremiales saben que la puja distributiva sino es bien conducida puede horadar su propia representatividad. Repetir la conducta cómplice frente al neoliberalismo, como en los noventa, pueden poner a esas representatividades en entredicho en un futuro cercano. Pero romper a locas y ciegas, también tiene un alto costo en términos  sanción mediática y económica por parte del gobierno reaccionario de Mauricio Macri.

 

Sin dudas, el sector más dinámico dentro del MNPyD es el kirchnerismo. Con una conducción indiscutible –Cristina Fernández de Kirchner– la ventaja de las manos libres, un inmenso apoyo movilizado que se demuestra día a día en las marchas contra cada brutalidad política que comete el Macrismo, continúa siendo el corazón simbólico e ideológico del espacio amplio. La gran porción de su espectro que está dentro del Peronismo –y su interpretación modernizada de las ideas originales de ese movimiento–, lo obliga a dialogar hacia el interior del Justicialismo con los otros jugadores. Las fracciones no peronistas le dan una mayor movilidad táctica y una identidad más consolidada en términos "ideológicos". El problema se encuentra en que si el Kirchnerismo se deja llevar por la presión de las necesidades territoriales corre el riesgo de subsumirse en la quietud y perder su potencia contestataria frente al avance indubitable de la Reacción. Pero si se recuesta sólo en los sectores progresistas corre el riesgo de convertirse en una fuerza testimonial. Y el juego del Peronismo siempre es político, no estético.

 

Claro que la nueva situación requiere de mucha creatividad. No es lo mismo conducir desde el gobierno que desde el llano y desde la oposición. No requiere las mismas cosas una organización verticalista que debe acatar y ejecutar los planes de gobierno, que una fuerza en la oposición que, en mi opinión, debiera retomar el siempre luminoso lema de "subordinación estratégica y autonomía táctica". Porque el signo de estos tiempos es la necesidad de pluralidades amplias, de diversificaciones identitarias, de cohesionar lo dispersado, de replantear liderazgos territoriales verticalistas por representatividades auténticas, de ampliar los debates, de recuperar la lógica del encuentro, de generar autocríticas constructivas y no pases de factura narcisistas, de preguntar, de escuchar, de llevar adelante políticas discursivas no dogmáticas, de convertir al Movimiento Nacional, Popular y Democrática en "un arma cargada de futuro", moderna y competitiva, con vocación de poder y de transformación, más que en un cotolengo de reafirmaciones personales y colectivas.

 

Perón decía: "En todos los movimientos revolucionarios existen tres clases de enfoques: de un lado, el de los apresurados que creen que todo anda despacio, que no se hace nada porque no se rompen cosas ni se mata gente. Otro sector está formado por los retardatarios, esos que no quieren que se haga nada, y entonces hacen todo lo posible para que esa revolución no se realice. Entre esos dos extremos perniciosos existe un enfoque de equilibrio y que conforma la acción de una política, que es el arte de hacer lo posible: no ir más allá ni quedarse más acá, pero hacer lo posible en beneficio de las masas, que son las que más merecen y por las que debemos trabajar todos los argentinos". Certeras palabras. Si no se tiene vocación de "mayorías", si no se tiene respeto y amor por las "mayorías", si no se trabaja por esas "mayorías", se es cualquier cosa menos representante de esas "mayorías". El movimiento nacional y popular no puede ni debe ser un gueto. O será "mayoría" o no será nada.

 

Hernán Brienza

(Esta columna fue publicada también en Tiempo Argentino)

elmordisco2019@gmail.com