Te recuerdo, Jaime.

(Carta de un poeta chileno al titular de la DGE)


Dionisio Salas Astorga es profesor de Lengua y Literatura.  Nació en Chile y se radicó en Mendoza cuando, cuando tenía 18 años. Ha publicado varios libros, recibió el premio Provincial de Periodismo y una mención de honor en México y otra en España. Aquí le escribe a Jaime Correas, con quien trabajó.



Delfina se enfermó. Llevamos tres días de fiebre. Placas. La mamá no puede cuidarla (asuntos de sus materias en la facultad). Me quedo yo entonces dando vueltas por la casa como león enjaulado y asustado.

 

Controlo la fiebre, me levanto a darle los remedios a las 3, 4 am. Charlamos de la nueva trilogía que la apasiona (Mundo de tinta. Cornelia Funke), la consuelo porque se ha perdido su primera semana de clases en el CUC, tanto esperar y justo le da esto, pero bueno pipi estas cosas suceden.

 

Este mes entonces no cobraré el aumento salarial. No he estado frente al aula, no puedo ser premiado, diría Jaimito, el hombre de los premios a los trabajadores de la educación.

 

Recuerdo cuando te conocí, Correas, y me pedías poemas para publicar tu "Poesía anónima". Tapitas de cartón, hojitas anilladas, la sencillez y la humildad franciscana. Años 86/87. Filosofía y Letras era un monasterio todavía, vos admirabas a dña Zuleta de española, la profundidad de Juarroz, mi herencia literaria, la belleza de casi todas en el bufet. Ibas a escribir tu tesis de licenciatura en Ramponi, un poeta olvidado por Mendoza, injustamente, según vos. A vos te gustaba la idea de rescatarlo, de ser un salvador de los invisibles. No ibas a ser profesor, no te gustaba el aula, la violencia de los alumnos. Las mujeres no eran tu fuerte, obvio. Celina, la bella Celina, era un sueño de los muchos que en esta vida no ibas a poder cumplir. Después te fuiste a Primera Fila y ahí compartimos la redacción. y de ahí al diario Uno. Para ese entonces ya hablabas muy poco con los demás, pasabas muchas horas pensando en historias de familias ricas mendocinas y cocinabas tu destino al lado de Vila y otros tantos que un día te rescatarían a vos de la injusticia de no ser nada.

 

Te acordás cuando me gritaste eufórico en la redacción del Uno, cuando estaba en P. Molina todavía: "pasé este fin de semana en lo de Moneta!, no sabés qué lugar". Estabas tan emocionado que hasta parecías feliz, vos que no has podido nunca ser feliz, porque la felicidad se te mezcló con la venganza. Ayer te vi en una foto con Bullrich, en el ministerio, arrellanado en un sillón, como diría Cortázar (al que tanto admirabas) esperando, sin ansiedad, el resultado de las negociaciones con el Sute. Estás viejo, estás pelado, parecés un papá Noel con esa barbita blanca, hermano. Te has convertido en un hijo de puta. En un gran hijo de puta.

Dionisio Salas Astorga