Si me querés hacer cerrar el pico, me hago ventrílocuo


Aclaremos: Somos esto, un espacio para los trabajadores, para los que viven en los barrios, para los que gastan las alpargatas buscando el pan, para los que luchan. Somos el grito que no se escucha, el megáfono para la voz que no quieren oír. No busquen otra cosa. Somos esto. Los nadie. Y somos uno de ellos.


Durante casi todo el año pasado, un montón de compañeros se multiplicaron para defender y darle continuidad a un proyecto de país. Fueron un montón de elecciones concentradas en pocos meses. En cada una, hicieron el trabajo más duro: el de la militancia, casa por casa. En la zona Este, los más porfiados fueron los de La Discépolo. Por eso, el 22 de noviembre a la noche, la tristeza y la angustia fueron proporcionales al esfuerzo. Porque en este mundo, parece que todavía los resultados solo se pueden acomodar en las columnas del triunfo y la derrota

 

Algunos (un par), que sentimos la misma desazón que estos compañeros, pero que habíamos aportado muchísimo menos esfuerzo que ellos, decidimos sumarnos y aportar lo nuestro, sabiendo que ahora la pelea se tornaría más despiadada y que, aquellos que habían dejado tanto en la calle, merecían reconocimiento, soporte y más herramientas. Pero no solo ellos, sino también los miles que luchan por el mismo proyecto de país en silencio, día a día, con su ejemplo, sus acciones diarias.

 

Hoy, 25 de febrero de 2016, día en el que Néstor Kirchner tendría que haber cumplido 66 años, aniversario del nacimiento del Libertador José de San Martín, debemos dejar en claro quiénes somos y qué queremos, en la víspera de la presentación oficial de El Mordisco.

 

Somos un espacio abierto a todos los sectores que luchan por un proyecto nacional y popular. Un espacio abierto a reflejar las luchas y necesidades de todos los trabajadores. Somos un espacio que intentará aportar información y opinión para esos mismos sectores, parados siempre desde su mismo lado.  Pero, especialmente, queremos ser un oído y una voz, para el hombre y la mujer común, siempre olvidada, que necesita un espacio que le permita ser tenido en cuenta. Porque hoy, cuando nos quieren hacer cerrar el pico, somos capaces de ser ventrílocuos si fuera necesario.

 

Un compañero escribía hace algunos años: “Hubo un tiempo, en que gigantes de acero que algunos llamaban trenes, se detenían sabiamente en los sitios exactos donde habitaba la vida… Aquí, allá, o más allá. Sin saltear a ninguno, sin olvidar a nadie. Con respeto”.

 

El Mordisco, como herramienta de difusión de La Discépolo, pretende replicar ese concepto del no olvido de nadie, de respeto hacia el individuo y de fortalecerlo en el conjunto.

 

Somos eso. Trabajadores.  Y estamos dispuestos a luchar, hasta que la Patria sea de todos.

 

El Mordisco

(Foto: Alejandra Bartoliche)