Luna de Junín


El intendente Abed, con una clara visión individualista, e ignorando o soslayando el significado que tiene el  club para los juninenses, impulso la aprobación de una ordenanza municipal (con la oposición de los dos concejales peronistas) que autoriza la  venta del predio y la posterior realización de un megaemprendimiento inmobiliario donde hoy está el estadio.




Apuntes del fútbol en Flores

 

“En un partido de fútbol caben infinidad de novelescos episodios.   Allí reconocemos la fuerza, la velocidad y la destreza del deportista.  Pero también el engaño astuto del que amaga una conducta para decidirse por otra.  Las sutiles intrigas que preceden al contragolpe. La nobleza y el coraje del que cincha sin renuncios.  La lealtad del que socorre a un compañero en dificultades. La traición del que lo abandona. La avaricia de los que no sueltan la pelota.  Y en cada jugada, la hidalguía, la soberbia, la inteligencia, la cobardía, la estupidez, la injusticia, la suerte, la burla, la risa o el llanto. Los hombres sensibles pensaban que el fútbol era el juego perfecto, y respetaban a los cracks tanto como a los artistas o a los héroes”.

 

Alejandro Dolina.  Apuntes del fútbol en Flores. Crónicas del Ángel Gris.

 

Siempre se ha dicho que la realidad supera la ficción. Y en muchos casos creemos que esta frase es muy cierta. Inspirado tal vez en la película argentina “Luna de Avellaneda”,  el intendente de Junín, Mario Abed, pretende vender el predio en el que existe, desde hace más de 80 años,  el Club Junín. El estadio del Club Junín está en calle Belgrano, entre Ladislao Segura y Salvador González, a pocas cuadras del edificio municipal. El lugar cuenta con cancha reglamentaria, tribunas, baños y camarines, y asisten aproximadamente 500 personas desde niños hasta adultos.

 

El intendente Abed, con una clara visión individualista, e ignorando o soslayando el significado que tiene el  club para los juninenses, impulso la aprobación de una ordenanza municipal (con la oposición de los dos concejales peronistas) que autoriza la  venta del predio y la posterior realización de un megaemprendimiento inmobiliario donde hoy está el estadio. También promete la construcción de una nueva cancha en el parque “Dueño del Sol”, a unos 5 km de la ubicación actual.

 

Curándose en salud (cola de paja decían en mi barrio) el intendente declaro que “…ninguno de mis funcionarios va a participar en el negocio de esos lotes cuya venta se hará por licitación…”. El que se quema comiendo zapallo, ve una sandia y llora.

 

Los vecinos de Junín, en la tarde noche de ayer, se convocaron en la plaza departamental y marcharon por el centro de la Villa cantando “la cancha no se vende”. Hablando con ellos, podemos afirmar que sienten, intuyen, se dan cuenta que esto se trata de un negocio más. De un negocio para pocos en el que de ninguna manera están incluidos, en el que la voluntad de algunos ambiciosos se impone, ignorando los mecanismos sociales de pertenencia y adhesión que se generan a través del club, la larga historia de actividades colectivas, comunitarias, barriales, solidarias y sociales que allí se contienen. Un vecino nos decía que sentía que vender el club era “como si se les ocurriera talar la arboleda de la calle Busquets para vender la madera. Una locura” 

 

En estos años signados por el individualismo, donde la vida transcurre muchas veces por lugares que no requieren de nuestra adhesión ni significación, donde asistimos a escuelas lejanas, vamos a gimnasios que no exigen de nosotros más que el abono puntual de un pago, la solidaridad se expresa más fácilmente con situaciones que ocurren en otros países y aun en otros continentes, antes que con nuestros vecinos, se impone la férrea defensa de este espacio de la comunidad de Junín.  A veces (solo a veces) una comunidad, si se organiza,  puede darle forma a su propia vida. En  el final de “Luna de Avellaneda” los socios no consiguen evitar la venta del club. Pero, como dijimos al principio, la realidad suele superar a la ficción.

 

Remigio Crónico