El Golpe, Obama, Macri y la paliza a Astiz


“Lo que no une el amor, lo une la desgracia”, dice Alfredo Chávez, que en septiembre de 1995 le dio una paliza descomunal al genocida Alfredo Astiz. Hoy, a 40 años del Golpe, Omaba es vecino suyo por un día, y Chávez analiza el pasado y el presente.


Alfredo está preocupado. Vive entre el bosque desde hace ya muchos años pero sabe que, este 24 de marzo, ese aroma a hojas y agua se perderá. De pronto, el aire se llenará con un perfume raro. Olerá a Primer Mundo, a una mezcla de pólvora y sangre.

 

Alfredo Chávez es trabajador municipal desde hace mucho tiempo. Desde hace mucho, es el encargado de cuidar los bosques de Llao Llao, en Bariloche. “Hablemos en un rato, porque ahora estoy en Bahía López y no te escucho bien”, dice. Es fácil imaginarse el paisaje que está viendo, mientras dice eso. Lago, montañas coloradas de lengas en otoño, coihues inmensos.

 

Alfredo no es Alfredo en el lugar donde vive. Es “Chaveta”.

 

Hasta las diez menos cuarto de la soleada mañana del 1º de septiembre de 1995, Chaveta era solo un empleado municipal y pocos conocían su historia de detenido y torturado por la dictadura cívico militar durante 8 meses.

 

“Había dejado a mi hija en la escuela y volvía a Llao Llao. Cuando paso por el monolito (kilómetro 1 de la ruta que sale de la ciudad de Bariloche y lleva hacia Llao Llao), enfrente del hotel de la Marina, vi Alfredo Astiz que estaba ahí parado, con una chica, como mirando para el centro”, recordó en un reprotaje que le hicieron hace un tiempo.

 

“Seguí de largo dos kilómetros y pegué la vuelta. Tengo que contarte primero que por esos días mis dos hijas, que tenían 12 y 15 años, me preguntaron qué haría si me cruzaba con los que me torturaron en el chupadero. ´Siempre había pensado que si me cruzaba a uno le pegaba una piña y salía corriendo', les dije. Pero era una fantasía como tantas otras".

 

“Pegué la vuelta y regresé. El chabón seguía parado en la banquina. Me convencí de que iba a estar ahí hasta que yo vaya a trompearlo. Era una señal de la vida. Tenía que suceder así. Me quedé atrás del monolito en la camioneta, lo miré bastante. Quería asegurarme de que no tuviera un arma ni guardaespaldas. Nunca lo había visto personalmente. Mientras pensaba todo esto temblaba como una hoja. Entonces volví a pasar, paré la chata a 50 metros, la dejé en marcha y me bajé. Ahí ya estaba frío. Me acerqué y le pregunté: "¿Vos sos Astiz?". "Sí, ¿vos quién sos?", me dijo. Le respondí: "Vos sos un hijo de puta que todavía tiene cara para andar por la calle", y me miró de costado, con asco. Ahí le pegué un golpe de lleno en la cara, se fue para atrás y se dobló. Le pegué una patada en las bolas, más patadas y trompadas, hasta que me agarró como para tirarme pero no pudo. Le seguí pegando en la cabezota y le metía los dedos en los ojos, gritándole "¡hijo de puta, criminal, asesino!". Fue un desahogo. Ya estábamos en medio de la ruta y se había armado una caravana de autos. Todos mirando la pelea. En eso me levanta de atrás un amigo, Roby Eiletz, que me dijo "dejalo, Chaveta" y me llevó en su auto para los kilómetros”.

 

“Astiz sangraba, pero ni dijo nada. Yo le grité de todo: "Vos te cagaste con los ingleses y lo único que sabés es matar adolescentes por la espalda. Tiraste monjas de los aviones, hijo de puta, cobarde, traidor a la patria". Todo ese verdugueo lo disfruté más que las trompadas. Fue más o menos como lo había fantaseado. La verdad es que en el momento previo estaba cagado en las patas. Pero me acordé de lo que le había dicho a las nenas”, recordó en el momento de la nota.

 

Hoy

 

Hoy, 24 de marzo, Chaveta quiere hablar de la coyuntura del país, de la visita de Obama que se aloja a poca distancia de donde él vive, de Macri, de los 70 y de este presente, de la lucha.

 

“Tengo un sentimiento muy complejo. Justo este año, cumpliendo 40 años del Golpe, no dejo de pensar y de analizar cuáles fueron las motivaciones que desembocaron en ese acto tan sangriento y  quienes fueron los precursores y diseñadores de esa maquinaria criminal y saqueadora que se estableció a partir de ese 24 de marzo del 76. No puedo dejar de relacionarlo con lo que comenzamos a vivir en los últimos meses en nuestro país. Siento una desazón muy grande, porque es un proyecto calcado al que enunciaba Martínez de Hoz en ese momento. Un proyecto de libre mercado, de libre fluctuación de la moneda, de liberar las importaciones, de colocar a los propios empresarios y gerentes de todos los sectores en los ministerios. Lo de ahora es realmente un calco”.

 

¿Qué sentís este 24 de marzo, a 40 años del Golpe, teniendo al presidente de Estados Unidos tan cerca?

 

“Lo tengo casi pegado. No puedo no preocuparme por la relación que tiene esta visita y el proyecto del nuevo presidente argentino, que tiene la intensión de volver a tener relaciones comerciales asimétricas entre los dos países, de diseñar un nuevo saqueo, otra expoliación, la nueva derivación de capitales y riquezas a los poderes concentrados. Que esta visita sea justo en este aniversario, con estas connotaciones, es muy preocupante, angustiante. Máxime cuando hasta hace poco estábamos situados en otra historia. La del desendeudamiento, la independencia de poder diseñar nuestro propio camino. Ahora estamos de nuevo en esa bicicleta y las consecuencias las van a pagar nuestros hijos y nietos con su sudor”.

 

Chaveta toma aire, y sigue.

 

“Son las mismas políticas de la Dictadura, que multiplicó la deuda. Yo quiero despersonalizar esto y verlo en conjunto. Porque si uno lo analiza solo en lo personal, cae en la angustia y la paranoia, por más que yo recuerde perfectamente de lo que son capaces”.

 

“Detrás de este proyecto están las trasnacionales que representa Obama y el Círculo Rojo, que en nuestro país está formado por la Sociedad Rural, los bancos privados, los medios de comunicación concentrados y las grandes industrias del acero y del cemento como Techint y Loma Negra, entre otras. Nuevamente han puesto a sus propios gerentes en los ministerios. La diferencia es que antes buscaron a los militares y ahora les alcanzó con Lanata y les fue más sencillo. Cuando el pueblo reaccione, ya estaremos en medio de una inflación galopante, con anulación de las paritarias y recorte en las jubilaciones”.  

 

Chaveta piensa.

 

“La historia es muy vertiginosa y dinámica. Lo que es ahora, es lo contrario unos meses después. A mi no me tienen que demostrar nada los poderes concentrados sobre cuáles son sus intenciones. Pero el tiempo también va a demostrar qué capacidad tiene el pueblo cuando no se siente representado por sus dirigentes de camaleonismo barato, saltando de opinión y de concepto  y desprotegiendo a la gente. Vamos a ver qué capacidad de reacción tiene el pueblo, que siempre la tuvo”.

 

“Cuando el pueblo empieza a sufrir la consecuencias, siempre si se tiene da la unidad. Soy un convencido de que lo que no une el amor, lo une la desgracia. Vamos a reaccionar, porque hay mucho sembrado en los últimos años. No todo se diluye. Ahora todavía sintiendo incertidumbre, sorprendidos y en medio de la ambigüedad. Mucho se ha sembrado y no va a caer en saco roto”.

 

Chaveta termina la charla. Debe ir a buscar el hacha, para cortar leña para su salamandra. Como siempre.

 

Enrique Pfaab

(Foto: Aflredo Chávez (izquierda) en un aniversario de la paliza a Astiz. Foto de Alejandra Batoliche)